Relaciones actuales entre ciencia y teología

En la actualidad los trabajos científicos entre estas ciencias aparecen sobre todo en el mundo anglosajón porque aún son escasos los trabajos en castellano, debido a la desconfianza de la religión y la espiritualidad en los ambientes científicos españoles. Un factor importante en estas investigaciones ha sido la entrada de técnicas meditativas orientales en la psicoterapia porque parece que lo que viene de oriente tiene mas fácil asimilación por parte del entorno científico. Las relaciones de la espiritualidad y la religión y la salud son los estudios más realizados. Los motivos por los cuales la espiritualidad y la religión no fueron objetos de estudio por parte de los investigadores de la salud hasta hace muy poco tiempo, se pueden dividir en tres principalmente; una de las razones es la relevancia de otras variables en estos estudios, dejando a la religión y a la espiritualidad en segundo plano; otra, es el considerar a la espiritualidad y la religiosidad fuera del campo de lo científico, y por último, se ha considerado que la espiritualidad y la religión disminuirían en la medida que la era racional alcanzara el punto culminante.

“Desde siempre por la rama mas fuerte del positivismo ha habido cierta renuencia a estudiar temas religiosos y espirituales en relación con la salud. Pero el hecho de que lo inmaterial presente una mayor dificultad para su estudio no ha sido motivo de renuncia a otros campos del saber científico. La física y su teoría de cuerdas o todo el desarrollo de la física cuántica por citar tan solo algunos ejemplos. Podemos estudiar variables a través de sus efectos, de forma indirecta cuando su observación no es accesible de otra forma”.

La espiritualidad y la religiosidad, aunque no sea más que por la fuerte presencia en la sociedad, deben ser objeto de estudio y de mayor investigación en el ámbito científico.
Se ha tachado a la iglesia de retrógrada, de oponerse siempre a los avances de las ciencias pero la Iglesia Católica está abierta a estas relaciones, aunque ha habido épocas de su historia totalmente reticente al progreso.
Hace casi cincuenta años, Christian Duquoc decía

“(...) la oposición al progreso es una traición al cristianismo. Y humanizar (es decir, abrirse al otro, cualquiera que sea esta apertura) es adoptar el sentido cristiano de la historia: levantar en el mundo una primera imagen de la ciudad celeste. (...) Donde quiera que se respete al otro como persona aparece el primer germen de una escatología cristiana”.

Para muchos sonó muy revolucionario, pero las palabras del teólogo francés no hacían sino atraer la atención hacia algo que se había olvidado y que parece todavía ser ajeno a la conciencia de muchos creyentes: el compromiso con el mundo es parte del compromiso cristiano, es parte fundamental del seguimiento de Cristo.
El Concilio Vaticano II, reflexionando sobre los distintos avances de las ciencias, hace una valoración positiva del progreso técnico, pero advirtiendo de su peligrosidad:
“ El progreso humano se inscribe en el plan de Dios que crea al hombre dándole el mandato de dominar la tierra. Responde, por tanto, a la voluntad de Dios y es, por lo mismo, bueno. Los adelantos técnicos deben mirarse como signos de la grandeza de Dios y están en consonancia con el mensaje cristiano de participar en la edificación del mundo” (GS 34 y 37) . “Existe también el peligro de que el hombre, confiando en sus inventos, crea que se basta a sí mismo y se desentienda de la búsqueda de valores más altos” (GS 57)”.

En consecuencia, el Concilio Vaticano II “reconoce sinceramente que todos los hombres, creyentes y no creyentes, deben contribuir a la recta edificación de este mundo, dentro del cual viven juntamente”.
Aclarada la necesidad de las relaciones entre las ciencias y la teología, de esa apertura, y sobre todo, el cambio de paradigma de la teología en el modo de relacionarse las religiones con la nueva


cultura en la era de la ciencia.

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