Diferencias entre secularismo y secularización

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Es interesante clarificar conceptos que se emplean a veces como sinónimos porque cada uno de ellos posee connotaciones diferentes y por tanto, significan matices distintos. Desde los años setenta se separaron los conceptos de secularización, secularismo o laicismo porque hasta esta década se utilizaban indistintamente, y se empleaban de manera confusa y en ocasiones mezclados.
La secularización se considera como un proceso social conducente a la autonomía de la realidad temporal, mientras que el secularismo es la ideología que busca la completa marginación de las iglesias. La primera se caracteriza por ser un proceso menos institucional, más espontáneo y no responde intencionadamente a la oposición de la religión, oposición presente en el secularismo.
La secularidad constituye un hecho más profundo que la simple laicidad, es decir, que la mera separación legal entre las instituciones religiosas y las estatales. La secularidad afecta en cambio, al conjunto de la cultura y de la vida social y no sólo a sus instituciones políticas, y engloba a la propia laicidad como uno de sus aspectos fundamentales, aunque no el único. Secularidad implica laicidad, pero no al revés, ya que esta laicidad puede darse perfectamente en el seno de una sociedad poco secularizada en su conjunto. Cuando este sea el caso, las instituciones públicas laicas acabarán reflejando seguramente el parecer del conjunto de la sociedad, de modo que seguirán estando regidas por la religión y por las autoridades religiosas, si bien de una manera no tan directa como ocurriría en un estado confesional.
Jean Danielou en una conferencia titulada “Secularización, secularismo y secularidad” recogida en el libro “Iglesia y Secularización” expone acertadamente la diferencia entre estos tres conceptos.
El autor afirma que tomadas en su sentido estricto:

“(…) se caracterizan, respectivamente, por poner en cuestión el hecho religioso en relación con tres aspectos diversos del mundo contemporáneo: el pensamiento científico, la civilización moderna y la autonomía del individuo”.


Puede simplificarse hablando simplemente de secularismo, siguiendo las ideas del mismo autor, pero dando a éste las tres formas diversas que significan en la terminología anterior. Pero, en todo caso, se trata de un punto fundamental de la crisis actual, ya que cada una de las tres tendencias, al considerar cuestionable la compatibilidad del hecho religioso con el pensamiento científico, la nueva civilización y la nueva autonomía individual, convergen.
El secularismo en primer lugar, como una “contestación” radical de la religión, como un hecho cultural que ha dejado de ser válido en el mundo de la ciencia, la segunda forma de secularismo plantea la cuestión del puesto que debe ocupar la religión en la sociedad, y la tercera consideración del secularismo presenta ahora de un modo nuevo el antigua problema de las relaciones del cristianismo con la civilización cristiana, propugnando una radical separación entre el dominio de la civilización, de un lado, y el de la religión de la fe de otro.



El secularismo o el laicismo es un proceso con unas causas y raíces históricas imposibles de atribuir a agencias o a personas con un programa de desgaste, se trataría simplemente de una continuación del anticlericalismo heredado de las guerras culturales del siglo XIX y principios del XX, y, a pesar de los conflictos entre varios estudiosos del tema, muchos comienzan con la premisa de que el laicismo no es simplemente la ausencia de la religión, sino más bien una categoría intelectual y política que tiene que ser entendida como una construcción histórica.

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