¿El hombre es lo que come?
Ante esta multitud de concepciones, del relativismo actual cabe preguntarse: ¿Qué definición del hombre es la autentica definición? ¿El hombre es lo que come? ¿ Es un lobo para el hombre? ¿Es un ser abocado a la nada?, ¿Es pura energía cuando se hace más densa? ¿El hombre es sólo genes? ... Esa pregunta sigue preocupando al hombre y busca respuestas.
Todos los hombres desean saber, tanto en el ámbito teórico como en el ámbito práctico. Al preguntarse por la muerte, por el fin del hombre los filósofos se plantean el sentido de la vida y la inmortalidad, buscan la verdad, el valor supremo, el universal. El hombre busca la verdad y por lo tanto, confía en alcanzarla, porque tiene capacidad para esa búsqueda.
¿Hay alguna filosofía que sea propia del cristianismo? La Iglesia no tiene una filosofía propia porque la Filosofía tiene sus propios métodos y reglas, por lo que la Iglesia debe limitarse a indicar las conclusiones filosóficas que van contra la verdad revelada, y tiene el deber de decir los sistemas filosóficos que van contra de ella, ya que la Iglesia es depositaria, no entendiendo esta función de forma negativa, sino como un mecanismo para animar, promover, o estimular el pensamiento filosófico a buscar la verdad.
Se debe enfrentar al pluralismo relativista, que o bien niega la verdad o la reemplaza por el simple consenso, tiene la necesidad de reconocer un núcleo de verdades filosóficas básicas que sean compatibles con la fe.
Siempre ha intervenido el magisterio de la Iglesia en determinadas filosofías como en la idolatría, el esoterismo en algunos textos del averroísmo, el fideísmo, el tradicionalismo radical , el racionalismo , el ontologismo. En el siglo XX ha llamado la atención contra las tentaciones racionalistas, o el rechazo a la teoría marxista o comunismo, el existencialismo, el historicismo…
La teología tiene un doble principio metodológico: el ausitus fidei, por el que se asume el contenido de la revelación, y el intelectus fidei por el que quiere reponder a las exigencias propias del pensamiento mediante la reflexión especulativa.
En este último método, intelectos fidei, la filosofía aporta la estructura del conocimiento y de la comunicación y también las formas y funciones del lenguaje. Este método hace explicita la verdad dada en la revelación. Tanto la teología dogmática como la teología moral deben articular dicho conocimiento de forma conceptual y argumentativa propia de la filosofía y es la teología fundamental la que tiene la misión de dar razón a la fe y justificar y explicar la relación entre la fe y la reflexión filosófica. Entre la teología y la filosofía debe de darse una circularidad. Para la teología el punto de partida en la revelación, pero para su compresión debe de utilizar la reflexión filosófica, y este reflexionar, este estar atento de la razón, es animada a explorar vías que por sí sola no habría nunca pensado en recorrer. Este “círculo hermenéutico teológico” entre la fe que busca entender y la inteligencia que busca creer y finalmente al “exceso de sabiduría, es decir de sentido, de verdad y de racionalidad nueva” que aporta la Revelación a la filosofía, permitiéndole llevarla más allá de sí misma.
La fe cristiana ayuda al hombre en esta búsqueda, ya que le permite participar en el misterio de Cristo, en el cual se le ofrece el conocimiento verdadero de Dios Uno y Trino.
Esta verdad no contradice a las verdades adquiridas por la filosofía; la verdad que llega por la revelación es una verdad que debe ser comprendida a la luz de la razón.
Se puede afirmar para razonar lo anterior, que a pesar de las dificultades que encuentra el hombre para adoptar una actitud de disponibilidad ante la fe, la fe es un comportamiento propiamente humano, que está relacionado con su ser hombre entendido en su totalidad, de tal modo que la vida humana está profundamente determinada por una dimensión de fe en distinto niveles.
El cristiano puede y debe dar a conoce su concepción del Hombre con el mismo derecho que cualquier razonamiento dado por otras ideologías, filosofías o religiones.
Todos los hombres desean saber, tanto en el ámbito teórico como en el ámbito práctico. Al preguntarse por la muerte, por el fin del hombre los filósofos se plantean el sentido de la vida y la inmortalidad, buscan la verdad, el valor supremo, el universal. El hombre busca la verdad y por lo tanto, confía en alcanzarla, porque tiene capacidad para esa búsqueda.
¿Hay alguna filosofía que sea propia del cristianismo? La Iglesia no tiene una filosofía propia porque la Filosofía tiene sus propios métodos y reglas, por lo que la Iglesia debe limitarse a indicar las conclusiones filosóficas que van contra la verdad revelada, y tiene el deber de decir los sistemas filosóficos que van contra de ella, ya que la Iglesia es depositaria, no entendiendo esta función de forma negativa, sino como un mecanismo para animar, promover, o estimular el pensamiento filosófico a buscar la verdad.
Se debe enfrentar al pluralismo relativista, que o bien niega la verdad o la reemplaza por el simple consenso, tiene la necesidad de reconocer un núcleo de verdades filosóficas básicas que sean compatibles con la fe.
Siempre ha intervenido el magisterio de la Iglesia en determinadas filosofías como en la idolatría, el esoterismo en algunos textos del averroísmo, el fideísmo, el tradicionalismo radical , el racionalismo , el ontologismo. En el siglo XX ha llamado la atención contra las tentaciones racionalistas, o el rechazo a la teoría marxista o comunismo, el existencialismo, el historicismo…
La teología tiene un doble principio metodológico: el ausitus fidei, por el que se asume el contenido de la revelación, y el intelectus fidei por el que quiere reponder a las exigencias propias del pensamiento mediante la reflexión especulativa.
En este último método, intelectos fidei, la filosofía aporta la estructura del conocimiento y de la comunicación y también las formas y funciones del lenguaje. Este método hace explicita la verdad dada en la revelación. Tanto la teología dogmática como la teología moral deben articular dicho conocimiento de forma conceptual y argumentativa propia de la filosofía y es la teología fundamental la que tiene la misión de dar razón a la fe y justificar y explicar la relación entre la fe y la reflexión filosófica. Entre la teología y la filosofía debe de darse una circularidad. Para la teología el punto de partida en la revelación, pero para su compresión debe de utilizar la reflexión filosófica, y este reflexionar, este estar atento de la razón, es animada a explorar vías que por sí sola no habría nunca pensado en recorrer. Este “círculo hermenéutico teológico” entre la fe que busca entender y la inteligencia que busca creer y finalmente al “exceso de sabiduría, es decir de sentido, de verdad y de racionalidad nueva” que aporta la Revelación a la filosofía, permitiéndole llevarla más allá de sí misma.
La fe cristiana ayuda al hombre en esta búsqueda, ya que le permite participar en el misterio de Cristo, en el cual se le ofrece el conocimiento verdadero de Dios Uno y Trino.
Esta verdad no contradice a las verdades adquiridas por la filosofía; la verdad que llega por la revelación es una verdad que debe ser comprendida a la luz de la razón.
Se puede afirmar para razonar lo anterior, que a pesar de las dificultades que encuentra el hombre para adoptar una actitud de disponibilidad ante la fe, la fe es un comportamiento propiamente humano, que está relacionado con su ser hombre entendido en su totalidad, de tal modo que la vida humana está profundamente determinada por una dimensión de fe en distinto niveles.
El cristiano puede y debe dar a conoce su concepción del Hombre con el mismo derecho que cualquier razonamiento dado por otras ideologías, filosofías o religiones.
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