Importancia de Adan en la historia de la salvación

Adán tiene una importancia de primer orden en esta historia de salvación. Su interés teológico viene por ser representante del género humano, lo que a él le pase, le pasa a todos los hombres. Es el hombre creado para ser amigo de Dios, apartado de Él por su desobediencia, y buscado por Dios después del pecado.
Pecado y muerte, forman parte de la historia humana, y en esta historia, la cruz de Cristo se levanta expresando el inmenso amor del Creador y abre una dimensión nueva para la condición humana. El nuevo Adán inaugura una nueva era donde reinará la gracia.
Otro problema que ha dado lugar a grandes reflexiones teológicas, es la transmisión del pecado a toda la humanidad, comentado anteriormente, al negar la transmisión por generación.
Después del Concilio de Trento, a partir de la interpretación dada a Rom 5, 12 de San Pablo, aparece una exégesis griega y otra latina que parecen entrar en contraposición.
En el versículo 12, la Vulgata subraya que todos participamos en el pecado de Adán con el pecado original y los padres griegos lo entendieron como afirmación de los pecados personales de todos los hombre. Alszeghy y Flick confirman que el dogma del pecado original sería conciliable con cierto origen poligenético del hombre.
Así mismo, los padres latinos incluían a los niños en el pecado de Adán, mientras los padres griegos sólo se referían a los pecados personales de los adultos.
En el siglo XX la exégesis interpreta en la Vulgata, como “el pecado original, del que todos participamos en Adán” y los Padres griegos, al hablar de pecados personales con que los hijos de Adán “imitan “el pecado de su primer padre. Esto pone de manifiesto la unidad de ambas interpretaciones.
Este primer pecado es de algún modo desencadenante de una historia de pecado. Y por eso el hombre, contrae el pecado original por inmersión en un mundo de pecado, de ruptura con Dios.



La revelación nos dice claramente que el pecado y la desobediencia de «uno solo» nos ha constituido «a todos» en pecadores, y que igualmente la gracia y la obediencia de «uno solo», Jesucristo, nos ganan la salvación de Dios . Esto es un misterio de fe.
Esta inclinación al mal del hombre se presenta como prólogo de la superación de esta alineación por la redención de Cristo. Por lo tanto, aunque el hombre se ha enfrentado al fin de su creación, se ha rebajado de sí mismo, la antropología cristiana no es pesimista porque por el infinito amor de Dios a sus criaturas, lo saca de esa alineación con la Encarnación de Cristo Dios.
El pecado es la causa de todos los males, por el entró la muerte, ha quedado herida la libertad humana y se ha hecho esclavo del pecado. Esta división del hombre se entiende como hecho biológico y como hecho psicológico.

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