¿Nueva religiosidad?

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Junto a las manifestaciones de ateismos científicos: como el positivismo de Comte y Durkheim; o psicoanalítico de Frued, o Jung; el neopositivista o estructuralismo; los ateismo de la liberación como Marx, Engels, Lenin, marxismo soviético; el ateismo y humanismo de la libertad como Nietzche, Sartre, Simón De Beauvoir, Camus, Merleau-Ponty, Heidegger, Jasper; o el ateismo en relación con el humanismo laicista de Russell, Husley, Hawton, Dewey o Lamont, han aparecido múltiples manifestaciones espirituales y se ha apuntado a la religión invisible, como persistencia de creencias de fondo y actitudes religiosas en los individuos secularizados. Otras teorías hablan del incremento sustancial de formas de religiosidad alternativa de tono exótico, sincretista o con formas de espiritualidad difuminados.



Charles Taylor muestra su insatisfacción con las definiciones de secularización y con la de secularismo. No cree que exista un declive de la creencia, sino una transformación de ésta, siendo opcional, y el responsable de esto es el humanismo excluyente, el humanismo cuyo punto de vista moral y espiritual es exclusivamente mundano. El hombre ilustrado emerge de un proceso iniciado por causas religiosas, dando importancia a los movimientos de reforma dentro del propio catolicismo, ya que estos movimientos transforman y reconstruyen las sociedades concebidas como sistemas. Llega a la conclusión de que la modernidad no es tan refractaria a la religión como algún secularismo quiere hacer creer, simplemente porque la religión no es incompatible con la ciencia moderna, e incluso puede aportar esquemas de pensamiento y valores. Lo que caracteriza a la era secular es un variedad de posiciones religiosas, muchas creadas por la misma modernidad y la gente transita de unas a otras. La tesis central de Taylor, es afirmar que en la situación actual, la fe religiosa debe constantemente confrontarse con opciones seculares o inmanentes, sin poder reivindicar soluciones seguras. Hoy el hombre tiene que combinar tendencias contrapuestas y con resultados mas inestables que la seguridad existente en el pasado.
En las últimas décadas del siglo XX se escribió mucho sobre la secularización en el ámbito de la política. En todos los estados modernos se excluye cada vez más la religión de la vida del estado y de la sociedad civil, así como la exclusión de los principios morales cristianos en la formación de las leyes, considerando una ingerencia cada pronunciamiento de la Iglesia. Esto está pasando en estados democráticos, incluso sin ser estados laicistas. El proceso de secularización que se inició en Occidente hace ya varios siglos, se ha ido reproduciendo después por todo el planeta, incluido en el mundo islámico, donde el proceso de modernización y ese proceso de secularización se está viendo acompañado muy a menudo por un notorio renacimiento religioso. No es disparatado ver el hiyab combinado con el uso de ropas occidentales, como lo hace también con el estudio, el trabajo, el ocio fuera de casa y la libre elección de pareja. El uso de estos aspectos más exteriores de la religión implica en ocasiones una sobreactuación para compensar esa secularización real que se está produciendo.
Pero esta situación tan negativa como es el laicismo, o la secularismo de las sociedades respecto a las creencias religiosas, obligó a la Iglesia católica a reflexionar más a fondo sobre su propia naturaleza, su misión, sobre la libertad religiosa, aclarar su papel en la sociedad y tuvo unas consecuencias positivas, entre las que se cuenta el surgimiento de un fuerte laicado católico que defendió a la Iglesia y le dio gran vitalidad.

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