¿por qué educar en valores?

POR QUÉ EDUCAR EN VALORES?

Marín Ibáñez (1976:13) reconoce: "... que las cosas nunca nos dejan indiferentes".
Se prefieren unas a otras y en cada instante estamos valoran¬do, reconociendo un valor o un antivalor a todo lo que experimen¬tamos.
Psicológicamente el hombre reacciona ante la realidad asig¬nándole una valoración. Por lo tanto, al asignarle una valora¬ción, prefiere unos valores a otros, y por consiguiente los desea y los busca, ya que actúan como la meta que queremos alcan¬zar. Decimos que son creaciones humanas porque una característica fundamental del valor es la de valer para algo y para alguien, mas aún que la de existir o estar ahí. El valor, se refiere a los constructos psicológicos, es decir, a los conceptos individua¬les de lo que es deseable más que a objetos deseados. Es una creencia por la que el hombre actúa por preferencia, es una concepción de lo preferible.
Los valores no existen por sí, como entes ideales o irreales; no constituyen un mundo de objetos que exista indepen¬dientemente del mundo de los objetos reales sino que requieren la existencia de ciertas propiedades reales naturales o físicas que constituyen el soporte necesario de las propiedades que consideramos valiosas.
Valero Iglesias (1992:89) afirma: "El objeto valioso no puede darse al margen de toda relación con el sujeto, ni indepen¬dientemente de las propiedades natura¬les, sensibles o físicas que sustentan al valor. El valor no lo poseen los objetos de por sí, sino que éstos lo adquieren gracias a su relación con el hombre como ser social. Pero los objetos, a su vez, sólo pueden ser valiosos cuando están dotados efectiva¬mente de ciertas propieda¬des objetivas"
Los valores nacen de la relación del otro. Han nacido y recorrido un largo camino, que comenzó hace millones de años. El término "socialización" sirve para designar el proceso por el que el individuo humano se convierte en persona. El proceso de formación del yo tiene lugar en la relación comunica¬tiva con los " otros significativos", es decir, con aquellas per¬sonas que, a través de sus actitudes para con el niño, le propor¬cionan un modelo sobre el que conformar la actitud "objetiva" del niño consigo mismo. Gracias a esta identificación, el niño se hace capaz de adoptar e interiorizar las actitudes para con él de los "otros significativos" y con ello de identificarlos.



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