¿qué son los signos de los tiempos?

En el Concilio Vaticano II los padres conciliares, con la idea clara de que la misión de la iglesia está en el servicio del hombres, en la exposición preliminar del decreto GS afirmaron: “Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza. He aquí algunos rasgos fundamentales del mundo moderno. El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa”.
Por lo tanto, la atención constante a la historia y la relación del evangelio con ella, es necesario escrutar los signos de los tiempos para responder, de modo adecuado a cada generación, a los perennes interrogantes del hombre. Esta expresión signo de los tiempos, un término antiguo que aparece por primera vez en Mt 16,3 y Lc 12, 54-56 , trata de una invitación a la necesidad que ha de tener el creyente de escrutar constantemente el mundo en el que vive para poder comprender ante todo la expresiones positivas o negativas que se dan en él, verificar luego las orientaciones que asume y finalmente, poder influir en el con la fuerza provocadora y renovadoras del evangelio. Esta definición está dada para los creyentes y por los creyente. Para el no creyente, los signos de los tiempos podrán expresar las tensiones y las aspiraciones de los hombres hacia una forma de vida más humana.
El que se hable de los signos de los tiempos implica que el creyente no puede permanecer pasivo, sólo como espectador, sino que debe trabajar de forma coherente y durante toda la vida, para hacer presente a Dios entre nosotros.



La expresión “signos de los tiempos” también se encuentra en los evangelios y en boca de Jesús de Nazaret (Mt. 16, 1-4; Mc. 8, 12; Mc 13, 1-23; Lc. 12, 54 – 56), como una invitación a la perspicacia y atención constante al Reino de Dios. Pero es introducida por primera vez, en la historia de la teología, de modo sistemático y a nivel de estudio, con motivo del Concilio Vaticano II.
Esta expresión es utilizada por el Papa Juan XXIII, el cual, haciendo referencia a la cita evangélica de Mt. 16, 1-4; abordará en sus escritos Humanae Salutis (25. 12. 63) y Pacem in Terris. (11. 04. 63), que el significado de esta expresión, debe entenderse como una nueva forma de interpretación de las manifestaciones de Dios en las mediaciones humanas, particularmente la historia, concretamente, las realidades sociales, políticas, religiosas y culturales del mundo y de la Iglesia. El Papa lanza un llamamiento a la paz entre los hombres. Introduce la idea de que era preciso leer los “signos de los tiempos”, es decir, que a pesar del pesimismo sobre el mundo contemporáneo que se expresaba en sus primeros discursos, había que saber discernir la acción del Espíritu Santo en la evolución de la historia.

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