Competencias emocionales

Competencia emocional
A menudo, se ha considerado que la adquisición de conocimientos es el fin principal del sistema educativo y, por ello, la educación ha dedicado sus mayores esfuerzos al desarrollo cognitivo, dejando en un segundo plano la dimensión emocional de la persona.
Hoy, sin embargo, se pretende la formación integral de los alumnos y de las alumnas, el pleno desarrollo de su personalidad, a través no sólo del aprendizaje académico, sino de una educación que mire su bienestar personal y también su éxito profesional y social. Así, educar es propiciar el desarrollo cognitivo y también el emocional.

Este desarrollo emocional supone la adquisición de una serie de competencias o habilidades basadas en la inteligencia emocional. Si consideramos con Goleman (1999) la inteligencia emocional como una serie de capacidades potenciales o subyacentes -entre las que incluye la empatía-, las competencias emocionales serían las capacidades o habilidades adquiridas que permiten manejarse en el ámbito social, laboral, etc. Por ejemplo, un alumno puede ser potencialmente muy “empático”, pero no haber aprendido las habilidades basadas en la empatía que le permitan manejarse como líder en un grupo de compañeros.
Es en este contexto, donde se requiere una educación de los sentimientos cuyo objetivo es que los alumnos y las alumnas aprendan esas habilidades prácticas o competencias emocionales.
Desde la concepción de la educación como un todo, la educación de los sentimientos viene a recoger un amplio conjunto de contenidos: autoestima; apoyo y estimulación desde el entorno; motivación de logro; empatía e interés por los demás; convivencia desde normas y valores; educar en el diálogo, la tolerancia y la autocrítica, a ser creativos y responsables. Es decir, aprender a vivir en sociedad, a respetar las diferencias, a ejercer de forma responsable la ciudadanía, la solidaridad social, el trabajo en equipo y la comprensión del otro.
El entorno escolar es indispensable para una educación de los sentimientos y de las habilidades sociales, que ha de entenderse y desarrollarse de forma transversal, integrada en las distintas áreas y materias del currículo. Y precisamente, la tutoría como una dimensión de la función docente,



constituye un espacio adecuado para educar los sentimientos. El Plan de Acción Tutorial (PAT) es el instrumento dinamizador que ha de utilizar el cen- tro docente para dar coherencia a los esfuerzos de la comunidad educativa para que el alumnado alcance no sólo las competencias académicas, sino también aquellas competencias emocionales que le permitan su desarrollo personal y su plena integración en la sociedad.

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