Escuela de padres ¿realidad o utopía?

ESCUELA DE PADRES: ¿UTOPÍA O REALIDAD?

Pilar Sánchez Álvarez

INTRODUCCIÓN
Todo trabajo educacional tiene que tener unos argumentos para motivar a los implicados en la realización de las tareas encomendadas. Nos proponemos en este trabajo realizar una escuela de padres, para poder aplicar nuestros conocimientos a la acción educativa cotidiana. Se trata de investigación-acción, de una investigación capaz de mejorar la práctica diaria, de buscar la perfección de nuestros alumnos, de ayudar a los padres en su función educadora, de conseguir el bienestar deseado para las personas.
Desde los inicios del estudio de la educación el término ha sido fuente de múltiples controversias, ya que cada autor ha condicionado el sentido a las condiciones histórico sociales en el que se desenvuelve. Educar puede significar conducir o llevar, o bien, sacar o extraer, según se relacione con el origen histórico del pedagogo o encargado de cuidar al niño, o con la filosofía Platónica y Agustiniana. Si analizamos todas las acepciones dadas al término educación, observamos que existe un denominador común en todas ellas y ese no es otro que el de perfección.
Uno de los derechos fundamentales es el derecho a la educación y por tanto, es deber de la sociedad proporcionar esta educación a todos los ciudadanos.
Pero el niño nace dentro de una familia y ésta debe cubrir las necesidades básicas de los hijos. Estas necesidades son de nutrición, de seguridad, de afecto y de formación y transmisión de conocimientos y normas, para su plena incorporación a la sociedad. Es deber de los padres satisfacer estas demandas, y por consiguiente, tienen el deber de educar a sus hijos.
Ellos son los agentes primeros de este derecho y a la vez, deber, y la escuela, la sociedad, coayudan en esta tarea. El papel de la familia en la socialización de los niños es vital. Los ámbitos en el que un niño recibe todo aprendizaje son sin lugar a dudas aquellos en los que él se desenvuelve y en los que día a días se relaciona. Son la familia, la escuela y la sociedad. Y la educación debe de venir por estos tres cauces.
El ser humano nace en el seno de una familia que transmite valores, roles, pautas de acción, actitudes, información... Y sin proponérselo, de manera no intencional, de manera vicariante. En un principio era la familia el único agente socializador, en ella se aprendía a vivir y a convivir con los demás miembros de la tribu. Pera la sociedad se fue profesionalizando, las relaciones humanas complicando y ya no era posible transmitir todos los saberes a la siguiente generación. Se creó la necesidad de preparar personas que cumpliesen el papel desempeñado antes por la familia y así, de esta manera, surge la escuela.
Hoy es ésta una institución establecida para coayudar a la familia en el derecho de educar a los hijos. Muchas familias quieren, pueden, pero a veces no saben transmitir los aprendizajes necesarios para la vida. En ocasiones quieren, saben, pero no pueden, y en otras, no quieren, ni pueden ni saben. Y la escuela debe formar en todos los aspectos para satisfacer el derecho a la educación que tiene todo ser humano.
La socialización consiste en una interiorización de normas y valores, de creencias, de pautas de conducta, y la asunción de valores, actitudes, creencias, se realiza en buena parte por vía emocional y como efecto de vivirla. Nadie duda del efecto que ejerce la familia, la escuela, el grupo de iguales en lo que el niño piensa y siente sobre la salud.
Pero además, al tener escolarización obligatoria hasta los 16 años, la escuela se convierte en el agente socializador por excelencia en la época en que despierta su interés por estos temas, sin olvidar nunca la necesidad de trabajar con los padres en este sentido. En ella se forman los grupos de iguales, dónde las decisiones, las posturas ante situaciones, los valores, se han ido formando y haciéndolas propias.
Por otra parte, los dedicados a la educación debemos conocer el currículo que
debemos enseñar y en éste se contemplan los siguientes objetivos:
1º Formarse una imagen ajustada de sí mismo, de sus características y posibilidades y desarrollar actividades de forma autónoma y equilibrada, valorando el esfuerzo y la superación de las dificultades.



2º Relacionarse con otras personas y participar en actividades de grupo con actitudes solidarias y tolerantes superando inhibiciones y prejuicios, reconociendo y valorando críticamente las diferencias de tipo social y rechazando cualquier discriminación basada en diferencias de raza, sexo, clase social, creencias y otras características individuales o sociales.
3º Conocer y comprender los aspectos básicos del funcionamiento del propio cuerpo y de las consecuencias para la salud individual y colectiva de los actos y las decisiones personales y valorar los beneficios que suponen los hábitos del ejercicio físico, de la higiene y de una alimentación equilibrada, así como llevar una vida sana.

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