Filosofía y Teología en el Barroco


Hablar del barroco es hablar de la época de la Contrarreforma, de la reacción a la destrucción que supuso la reforma, es hablar de herejes, de torturas, de quema de brujas en las hogueras, y junto a todas estas acciones, las llamadas guerras de religión. Una nueva manera de pensar inunda occidente: unión y restauración.
En filosofía se da un esplendor inesperado, con Descartes, Spinoza y Leibniz, entre otros.
Descartes considerado el padre de toda la filosofía moderna, pero que, a pesar de su visión de realizar definitivamente el tránsito de las cosas al yo, donde la cosa pensante permanece ajena a la cosa extensa, y entre ellas se abre un abismo, de su afirmación rotunda de que todas las verdades pueden deducirse por la razón y el acontecer del mundo se desarrolla de manera puramente mecánica, de su conocida frase “cogito, ergo sum”, a pesar de todo lo anterior, su formación cristiana le llevo a defender la fe y la revelación por encima de la razón. Nicolás Malebranche, ahondando más en la teoría de Descartes, llegó al panenteísmo, todo en Dios, por oposición al panteísmo, todo es Dios, y como Dios es conocido ante todo como ser primero, recibe el nombre de ontologismo.
Baruch de Spinoza sostiene que todas las cosas de este mundo son sólo formas distintas de manifestación de Dios, por lo que Dios y el mundo no son distintos, Dios es el todo, las cosas son sus partes: Dios es el ser. Su pensamiento se encuentra en la base del laicismo, y es evidente que la filosofía no está al servicio de la teología, sino enfrentada. Su teoría fue castigada con la excomunión, y expulsado de la sinagoga ya que su religión era la judía.
Leibniz es el espíritu más universal de toda la modernidad y su gran empeño fue la unión política y religiosa de occidente. Para unir a los pueblos es necesario una lengua común, pero una lengua matemática formada por veinticuatro letras y por ser matemática, se debe intentar formar un alfabeto de ideas formulado en símbolos matemáticos. De esta actitud surgió toda su filosofía, la teoría de las mónadas y su Teodicea. Julián Marías dice de él:

“Vean ustedes que este concepto capital en el cristianismo, el concepto de creación -y su reverso, aniquilación- tiene un carácter ontológico, un carácter filosófico capital en el pensamiento de Leibniz. En definitiva, diríamos que las ventanas de las mónadas dan a Dios; es decir, la comunicación de las mónadas es con Dios, no es entre ellas. Y esto lo lleva a un concepto que ha sido muy famoso: la armonía preestablecida. Las mónadas que son, repito, incomunicantes, que no tienen ventanas, que no tienen partes, sin embargo componen un universo coherente: porque han sido creadas por Dios justamente siguiendo la armonía preestablecida. Es decir, Dios ha preestablecido la coherencia de las innumerables mónadas de tal manera que es como si se comunicaran; no se comunican realmente pero la armonía preestablecida hace que estén concordes. Recuerden ustedes el problema planteado por Descartes de cómo puede ser que la realidad física, extensa, afecte a la res cogitans, a la substancia pensante o a la inversa: que el entendimiento o la voluntad, que son espirituales, puedan actuar sobre lo físico: que yo pueda mover mi brazo... Recuerdan ustedes como Malebranche atribuía a Dios una intervención constante de tal manera que con ocasión de la existencia de este tapiz rojo yo tengo la sensación de rojo; con ocasión de mi voluntad de levantar el brazo, Dios hace ese acto. Pues bien, en el caso de Leibniz hay una armonía preestablecida y por tanto, hay una concordancia general en el universo porque Dios justamente ha hecho que el mundo sea de esa manera”.




Este párrafo del filósofo cristiano aclara las ideas de este período de la historia de la filosofía en relación con la teología.

Comentarios

  1. Me parece muy interesante la información plasmada en éste blog sobre todo por la época del barroco fue muy tormentosa y se habló de la brujería y la hoguera principalmente, era una época de persecución de los herejes y de matarlos sin piedad.

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