Filósofos y teólogos del siglo XIX

Kant, en el siglo XVIII, fundador de la filosofía transcendental, apunta que la religión no va más allá de la razón, rechaza toda religión positiva, ritos y dogmas institucionalizados, y sólo acepta la esperanza última que se encuentra en ella. La tarea de la religión es conseguir el mayor bien posible en el mundo. No niega la validez de una religión revelada pero rebasa los limites de la razón y no se puede conocer.

En este siglo las ramas de la ciencia se presentan de forma secularizada. Después de la revolución francesa, el liberalismo se hace portavoz de ella a lo largo del siglo XIX. Del racionalismo ilustrado deriva la tendencia hacia una actitud no confesional. En esta nueva postura se mezcla la actitud positivista, la tradición regalista, el anticlericalismo postrevolucionario, el nacionalismo, el fortalecimiento del poder y la función del estado. En Alemania, Bismarck declaró la Kulturkaampf, una guerra declarada a la iglesia romana; en Francia, Gambetta, realiza un campaña anticlerical; en Italia, Víctor Manuel de Saboya, invade la ciudad eterna; en España, después de 1868, se ignora la religión católica, acentuada con la primera república de 1873. Se ve el enfrentamiento de la filosofía y la teología no sólo entre los pensadores, sino con influencias en la política.
La “Razón” es el único medio para conseguir la verdad. La razón junto con el progreso, constituye el camino para alcanzar la felicidad; sirve de guía frente a la superstición, el fanatismo religioso y la ignorancia. Las creencias se ignoran.

Hay una postura de hostilidad frente a todos los valores tradicionales, pero especialmente se manifiesta en la manera de enfocar el mundo, la religión y la sociedad. Reimarus llegó a decir que el cristianismo no es más que una creación de los discípulos de Jesús, que no quisieron aceptar el fracaso de su maestro. Lessing, hace de la razón el juez último de lo que se puede contener o no la religión, de manera que donde la religión revelada no esté de acuerdo con la razón, habrá que interpretarla simbólicamente.
En esta época también hubo teólogos, no con la popularidad de los anteriores filósofos, pero que fueron en general grandes predicadores y realizaron una labor importante en la conservación de la tradición religiosa.
Nombres como Alfonso Muzzarelli, quien se dedicó a combatir a Rousseau, Johann Georg Hamann, que apela al sentimiento interior, en el que se vive los misterios de fe que no llegan por la razón, Johann Gottfried Herder, que ve en la historia de la humanidad el camino de formación, Friefricha Heinrich Jacobi, para el que la ciencia es siempre atea, Friedrich Schleiermacher con nuevos lugares teológicos, el sentimiento y la intuición, dedicado a combatir las ideas de la Ilustración, Félix Amat, Fray Fernando Ceballos que combatió al padre Feijó, Francisco Díaz de San Buenaventura con gran cantidad de obras místicas, Enrique (o Henríquez) Flórez de Setién y Huidobro, persona polifacética que escribió una Teología escolástica, Malebranche quien pretendió la síntesis del cartesianismo y agustinismo, con una doctrina personal, el ocasionismo, según el cual Dios constituiría la única causa verdadera, siendo todas las demás causas ocasionales, o Adam Clarke como teólogo metodista.

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