la teología en el siglo XII

En el siglo XII se dan dos tipos de teología:

1º la teología monástica de tendencia tradicional y por eso se suele llamar teología de la tradición. Los autores principales de ésta se encuentran entre los monjes y su lugar de trabajo en los monasterios. Su teología es exegética. En la ascética monástica las realidades mundanas están totalmente al servicio de las realidades eternas.
Se divide:
1º en el ámbito benedictino:
a) Las del ámbito benedictino-cluniacense: Cluny y Pedro el Venerable; San Anselmo de Aosta, arzobispo de Canterbury y la escuela de Bec (producto de la Inglaterra benedictina) con San Anselmo de Aosta, arzobispo de Canterbury y Ruperto de Deutz.
b) El ámbito cisterciense (los monjes blancos) está dominado por la figura de San Bernardo, figura excepcional de la posreforma gregoriana, así como por las escuelas de los monasterios del Cister, sobre todo en Francia.



2º la teología de las scholae, se mueve en la dirección de la renovación y que puede llamarse teología de la innovación o renovación. Sus artífices principales fueron los maestros y su forma de trabajo más dinámica se encuentra en las escuelas de los canónigos regulares y en las escuelas catedralicias. Nombres de Laón (catedral) con Anselmo de Laón para el estudio de la sacra página; Chartres (catedral), Juan de Salisbury) para las artes liberales; San Víctor (canónigos regulares) representa un intento de síntesis espiritual de la teología; y Nôtre-Dame de Paris (catedral) para las disciplinas del trivium y su aplicación al estudio de la teología. Su línea de trabajo es especulativa. En la ascética de los maestros, las realidades mundanas se aprecian y cultivan por sí mismas, y se intenta servir a Dios obrando (haciendo cosas) en este mundo.
Nombres como Abelardo, con la aplicación del método dialéctico al tema de la Trinidad, San Anselmo y su intento de probar la racionalidad de la fe con su célebre argumento ontológico cuyo principio argumental descansaba en “ser que contiene en sí todo perfección”, rechazado por Santo Tomás por el salto que da del orden lógico al orden ontológico, es decir, de una afirmación procedente de la creencia, de la fe, al plano de la razón; Gilberto de la Porrée, quien intenta resolver el problema de las autoritates discordantes afirmando que dos afirmaciones son opuestas no porque digan cosas contradictorias, sino simplemente porque pertenecen a contextos lógicos distintos, y según esta idea pretende clasificar las distintas ciencias; Pedro Lombardo, con la repetición de las fórmulas dogmáticas sin diferenciar el contexto filosófico del económico salvífico. Rogelio Bacon, el Doctor Mirabilis, quien de manera original une a San Agustín con Avicena, afirmando que todo saber viene de Dios; Ockam, Doctor Subtilis, considerado el padre del nominalismo, separando los campos de la razón y de la fe, de la filosofía y de la teología, o bien Nicolás de Cusa quien afirmando la incomprensibilidad de Dios, no se puede llegar a él por la razón, quedando transformado en una docta ignorancia. Estos nombres dan idea de las aportaciones del siglo XII a la Teología.

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