¿POR QUÉ UNA ESCUELA DE PADRES?

POR QUÉ UNA ESCUELA DE PADRES?
Hasta la década de los sesenta del siglo anterior existía unos principios y unos valores unánimes que se transmitían de generación en generación.
Pero las morales dogmáticas han muerto, ya que el mundo actual contiene muchas perspectivas, muchas posibilidades capaces de ilusionar, de ser desarrolladas con un sentido ético; es un mundo rico en alternativas, cuajado de potencialidades. Un mundo donde la velocidad de los cambios, la aglomeración de los mismos, la escasa comunicación social, la secularización, la tolerancia y la libertad no dejan espacio a la dogmatización.
Pero la desaparición de dichas morales ha sido más rápida que el desarrollo de un modelo alternativo de moral liberadora y progresista que suscite la adhesión y el entusiasmo. Y esto ha producido desconcierto y también inseguridad.
Hoy la educación de los hijos no se puede basar en la seguridad autoritaria; el ser padre no da la suficiente sabiduría para saber como reaccionar a las demandas, a las conductas de los hijos. Los cambios producidos en las estructuras de la misma sociedad impiden educar como se habían educado, como lo hacían las anteriores generaciones. Los padres se sienten desorientados, confusos, y piensan que deben capacitarse, que deben estar abiertos para hacer a sus hijos personas felices.
Y de esta necesidad surgen las primeras Escuelas de Padres en Estados Unidos y en Francia. Quieren cambiar ellos como personas, para trasladar ese cambio en la relación con sus hijos.



Por lo anteriormente expuesto, una escuela de padres debe ser sentida por ellos como necesaria, y no se puede imponer desde fuera, por técnicos o profesores. No puede reducirse a "charlas" preparadas por profesionales, deben ser sesiones participativas donde puedan expresar libremente sus inquietudes, los problemas perturbadores y a los que no saben dar soluciones y recibir las soluciones de todo tipo por los padres que se han enfrentado a esos mismos problemas. Intentar conseguir que los padres tengan más seguridad y confianza en ellos mismo, que a la vez se realizan como personas, con temas de formación reales y acordes con sus necesidades, que no acaben aburriendo. Sólo de esta manera será eficaz una Escuela de padres.
En estas sesiones se podrían intercambiar información sobre la educación de los hijos, analizar las experiencias tanto positivas como negativas de otros padres expresadas en el mismo nivel de igualdad, crear lazos de apoyo entre ellos. Esto no quiere decir que no exista un guión de trabajo, un tema predeterminado, unos tiempos establecidos, una información veraz y profesional. Esta organización es necesaria porque si no se da, podría reducirse a unas cuantas conversaciones y denegaría en charlas sin contenidos, y sin fundamento.

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