Relación entre Santo Tomás y San Buenaventura según Benedicto XVI

Dos personajes claves de esta época medieval son Santo Tomás de Aquino, con su maestro Alberto Magno, y San Buenaventura, con Alejandro de Hales y Juan de Rupella, cuyas reflexiones toman coordenadas distintas, una la aristotélica y otra la agustiniana-platónica. Se ha mencionado como figura clave de esta época a Santo Tomás de Aquino, filósofo y teólogo donde se da la fusión de la teología, la ciencia y la filosofía, cuya repercusión en la historia de las ideas en Occidente ha sido trascendental.
En este siglo, en la Universidad de París se enseñó la obra de Aristóteles pero a través de los comentarios de Averroes, considerando que el mundo era eterno, el alma de cada hombre no es inmortal y que existían dos verdades: la teológica, la fe y la filosófica, la razón. Fueron condenados y expulsados de la Universidad, los que mantenían esta postura.
Estas tesis fueron rechazadas por Santo Tomás, pero mantuvo su actitud favorable a Aristóteles. Se sirve de la filosofía porque la razón aporta a la fe una ayuda insustituible, por su procedimiento para la organización científica, herramientas dialécticas y datos científicos, así como razonamientos para buscar la existencia de Dios. No considera a la filosofía como sierva de la teología, ya que la razón tiene su propio campo de aplicación, autónomo y soberano. Establece, pues, una distinción clara entre razón y fe, entre filosofía (dominio de la razón) y teología (dominio de la fe) tanto en virtud de su método, como por su objeto de estudio y su ámbito de aplicación. Pero tampoco excluye la colaboración entre ambas, y aún, una cierta sumisión de la razón a la fe en las cuestiones en que la razón no pueda definirse.
San Buenaventura, franciscano, maestro de la universidad de Paris, siguió la línea agustiniana-platónica afirmando la idea innata de Dios y prestando menor interés a las pruebas de la existencia.
Es interesante la relación que establece Benedicto XVI entre ambos con el título “Buenaventura y Tomás de Aquino, dos vías a Dios”. Afirma el Papa que los dos estudiaron los misterios de la Revelación valorando la razón humana, los dos pertenecían a órdenes mendicantes, franciscano el primero y domínico Santo Tomás, los dos sirvieron a la Iglesia con diligencia, con pasión y con amor, hasta el punto que fueron invitados a participar en el Concilio Ecuménico de Lyon de 1274, el mismo año en que murieron; también en la Plaza de San Pedro, las estatuas de los dos santos están paralelas, colocadas precisamente al principio de la Columnata, partiendo desde la fachada de la Basílica Vaticana: una en el brazo de la izquierda y la otra en el brazo de la derecha.



Pero el Papa insiste en las diferencias entre ambos a pesar de esas coincidencias. Estas diferencias están en su aproximación distinta a la investigación filosófica y teológica, a la diferente concepción de la teología, teórica o práctica ya que para Santo Tomás “implica ambos aspectos: es teórica, intenta conocer a Dios cada vez más, y es práctica: intenta orientar nuestra vida al bien. Pero hay una primacía del conocimiento: debemos sobre todo conocer a Dios, después viene el actuar según Dios”. y sin embargo, para San Buenaventura “extiende la alternativa entre teórica (primacía del conocimiento) y práctica (primacía de la praxis), añadiendo una tercera actitud, que llama sapiencial, afirmando que la sabiduría abraza ambos aspectos”. La fe está en el intelecto de manera tal, que provoca el afecto.
Otra distinción es el fin último del hombre, que aunque ambos afirman “ver a Dios”, para Santo Tomás es “lo verdadero” y para San Buenaventura es “el bien”.
Termina el Papa en esta catequesis:

“Ambos acentos han formado tradiciones diversas y espiritualidades diversas y así han mostrado la fecundidad de la fe, una en la diversidad de sus expresiones”.

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