Situación de la parroquia en el s. XXI

la Iglesia en estos momentos es prisionera de sus estructuras históricas, y entre ellas la parroquia, la más visible porque afecta a todos los católicos, sobre todo es prisionera la parroquia urbana.
Entre los problemas que presenta en estos primeros años del siglo XXI, es la infantilización de los parroquianos, sobre todo de los más colaboradores, porque el párroco es dueño y hacedor de todo. Permanece alejada de la sociedad, siendo una subcultura que no tiene nada que ver con el mundo que le rodea. Se organiza en torno a los sacramentos y en muchas ocasiones, se olvida de la evangelización. Junto a esto se añada la burocratización porque toda la programación pastoral viene de arriba abajo, y la estructura eclesiástica no está preparada para el ambiente del siglo XXI, ni a la relación entre los laicos y el párroco y su inserción en la parroquia.
Es cierto que entre los años 1965 y 1975, la parroquia sufrió severas críticas por considerarla en situación de agonía . En los últimos años ha cobrado actualidad, aunque presenta dificultad de generar vida nueva cristiana por la falta de sacerdotes y el aumento de la indiferencia religiosa. E incluso los fieles creyentes la encuentra rutinaria y mortecina y por eso, o bien la abandona o bien se inscriben en movimientos eclesiales no parroquiales. Floristan se pregunta si se está asistiendo al final de la parroquia o bien a una renovación.
La actual estructura parroquial es “pesada” y esto se debe a que existen muchas obligaciones y tareas, que han vuelto la convivencia fría.

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