Canón 9 del Concilio de Trento

Este canón está expresado en contra a la afirmación de los llamados reformadores.

La intención del Concilio de Trento era clarificar la doctrina católica frente a los errores propagados por los llamados reformadores, es decir la doctrina de Lutero y de todos los que en ese momento disentían.

Calvino, Lutero y otros, afirmaban que el sacerdote no tenía poder de perdonar los pecados porque la penitencia no era un sacramento y Dios no les dio ese poder e incluso Calvino sitúa el origen de este sacramento en el IV Concilio de Letrán, 1215, pues al no ser instituido por Cristo y no tener ese poder de atar o desatar, sólo servía para decirles a los penitentes que sus pecados eran absueltos para preservar el orden, la disciplina dentro de la comunidad.

Ante esta aseveración,la iglesia Católica afirma que Cristo, quien curó y perdonó los pecados, dio ese poder a sus discípulos porque si esto no fuese así se acabaría cuando El no viviese entre nosotros y los Evangelios Mt16,Mt 18 y Jn 20 así lo expresan.

Además considera la absolución como un acto judicial, porque el pecador se acerca al sacramento con arrepentimiento, movido su corazón por el Espíritu Santo a confesar su pecado a Cristo quien lo escucha en la persona del sacerdote y lo perdona.

Hay una analogía con un juicio terreno aunque este sea espiritual. Hay que decir todos los pecados, las circunstancias para ser juzgado y poner la absolución, la satisfacción para quitar la pena que quedad del pecado perdonado. La absolución quita la culta y la satisfacción la pera temporal que queda de esa culpa.




Otro de los errores de los reformadores es que no es necesarios la confesión, porque solo la fe era necesaria para recibir los méritos de Cristo. La doctrina de la iglesia es clara:
"La confesión es necesaria para perdonar los pecados mortales cometidos después del Bautismo"

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