¿Optimismo o pesimismo para calidad de vida?


En www.revistareid.net/revista/n12/REID12art3.pdf. aparece un artículo titulado EL PAPEL DE LAS EMOCIONES POSITIVAS: OPTIMISMO Y PESIMISMO EN ALUMNOS DE EDUCACIÓN SOCIAL escrito por Clara Isabel Fernández Rodicio1 y Noelia Doldan Cuiñas


Se conoce que cuando una persona cuando las metas que se propone las valora como alcanzables, este se esforzará en lograrlo, aunque el proceso sea lento y difícil. Sin embargo, si la meta parece inalcanzable, el individuo tiende a abandonar y no se compromete con su objetivo.

Las emociones experimentadas por una persona pueden ser positivas o negativas con distintas intensidades y con frecuencia y duración diferentes. La autorregulación nos permite manejar y afrontar emociones positivas o negativas para vivirlas de forma deseada.

En el artículo se lee:

El optimismo se ha relacionado con las expectativas que las personas tienen acerca del futuro (Carver y Scheier, 2001). Es decir, una disposición que se asocia a expectativas positivas generales en la vida. Estos autores definieron el optimismo disposicional como una expectativa o creencia estable. Sería la tendencia a esperar que en el futuro ocurran cosas positivas. Mientras que el pesimismo se corresponde con la expectativa de que en el futuro ocurrirán eventos negativos (Avia y Vázquez, 1999).


...En la literatura científica parece que se vincula a los optimistas, con aquellas personas que esperan alcanzar resultados deseables. En cambio, los pesimistas, son caracterizados por aquellas personas que esperan malos resultados. En los últimos avances acerca del estudio de las expectativas, se han generado dos tipos de pesimismo, uno denominado pesimismo disposicional y, el otro, pesimismo defensivo.


Los pesimistas disposicionales muestran un menor control percibido, lo que les lleva a no emprender los comportamientos necesarios para conseguir sus objetivos. Todo ello genera un sentimiento de indefensión que provoca que estos sujetos se centren más en las limitaciones que tienen para realizar la tarea, generando una espiral de ansiedad que les desborda y que aumenta a través del tiempo. El disposicional ante la incapacidad de superar un rendimiento desfavorable abandona toda posible mejoría puesto que la ve inalcanzable (Hammontree&Ronan, 1992; Norem y Chang, 2002;
Shower y Rubens, 1990.)

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