Indiferencia religiosa







Indiferencia religiosa

En la actualidad una forma de increencia es la indiferencia religiosa. Es una actitud en la que ni se acepta ni se rechaza a Dios, solamente se prescinde de él y se organiza la vida totalmente al margen. Los indiferentes no se plantean la cuestión de la existencia de Dios porque no sienten necesidad de ocuparse ni preocuparse por el hecho religioso.
Etimológicamente significa no tomar posición por una cosa o su contraria, no determinarse en un sentido ni en otro. En el campo religioso posee dos significaciones diferentes entre sí:
1º El indiferentismo religioso clásico que se extiende fundamentalmente a lo largo de los siglos XVIII, XIX y parte del XX, siendo definido por la encíclica Libertas de León XIII (20 jun. 1886) como “el sistema doctrinal que enseña que cada uno es libre de profesar la religión que mejor le parezca e incluso de no profesar ninguna”.
2º El indeferentismo religioso que se ha extendido en estos últimos años y del que hace mención expresa la Constitución “Gaudium et Spes” del Concilio Vaticano II cuando afirma que otros ni siquiera se plantean el problema de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no llegan a percibir el motivo de preocuparse por el hecho religioso.
Aunque ambas hacen referencia a una actitud psicológica, a una mentalidad en la que la dimensión religiosa carece de valor alguno, no obstante, las características de una y otra actitud son totalmente diferentes.
Dentro de la concepción cristiana del hombre el hecho de este tipo de increencia, la indiferencia religiosa, plantea problemas a la Teología y a la Antropología Teológica. Actualmente hay personas que viven la condición humana con unos valores fundamentales que les dignifican y les dan sentido, pero a la vez se declaran indiferentes religiosos, ¿se les podrían descalificar por su indiferencia? Esta pregunta tendría sentido en siglos anteriores, pero desde el Concilio Vaticano II esto no es posible, siendo necesario profundizar desde la visión teológica sobre estos temas.
En el documento ¿Dónde está tu Dios? aparecen las siguientes líneas que ponen de manifiesto estos temas clarificando la segunda postura:

“En los países de tradición cristiana, una cultura bastante difundida da a la increencia un aspecto más práctico que teórico, sobre un trasfondo de indiferencia religiosa. Ésta se convierte en un fenómeno cultural, en el sentido en que con frecuencia las personas no se vuelven ateas o no creyentes por propia elección, como conclusión de un trabajoso proceso, sino simplemente, porque «così fan tutti», porque es lo que hace todo el mundo. A ello se añaden las carencias de la evangelización, la ignorancia creciente de la tradición religiosa y cultural cristiana, y la falta de propuesta de experiencias espirituales formativas capaces de suscitar el asombro y de llevar a la adhesión. Juan Pablo II así lo afirma: “A menudo se da por descontado el conocimiento del cristianismo, mientras que, en realidad, se lee y se estudia poco la Biblia, no siempre se profundiza la catequesis y se acude poco a los sacramentos. De este modo, en lugar de la fe auténtica se difunde un sentimiento religioso vago y poco comprometedor, que puede convertirse en agnosticismo y ateísmo práctico”.

En los tiempos actuales donde en un mismo lugar geográfico existen diversas religiones con manifestaciones diferentes, se constata la necesidad de buscar algún tipo de espiritualidad, entendiendo espiritualidad, desde el punto de vista filosófico como la oposición entre materia y espíritu y desde el mundo religioso, como la relación del hombre con el otro, con la deidad, variando ese otro y esa deidad según la cultura donde se manifiesta.



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